sábado, febrero 09, 2008

De por qué los hombres que van al gimnasio no me provocan confianza.

Pese a mi larga largaaa ausencia y a mi horrenda inconstancia (¿existe la palabra?) sigo viva. Lástima que no pueda decir lo mismo de este blog. En fin, esto no se acaba hasta que yo lo diga y de hecho no sé porque sigo haciéndolo. ¿Por qué las personas crean blogs? Es un tema digno de una investigación sociológica (wow, hasta se escucha profesional: 'investigación sociológica').
En fin, no es de mi terrible trauma por la sociología, ni de mi inconstancia, ni de mi ausencia ni de nada de eso de lo que quiero hablar. En realidad sólo quería que este blog se viese... vivo.

Hoy fui al gimnasio (sí, benditos propósitos de año nuevo, pero casi puedo asegurar que para marzo estaré... bueno, en todos lados menos en el gimnasio) y mientras me registraba filosofaba sobre la vida (así es mi cerebro, activo a todas horas, es uno de los principales problemas de los genios como yo) y llegué a la conclusión de que hay varios tipos de personas que, de entrada, me provocan desconfianza; y los hombres que van al gimnasio pertenecen a ese tipo. No estoy diciendo que no se deba de confiar en aquellos pobres hombres que sólo buscan su bienestar físico y emocional, tampoco que tuve una trágica historia de amor, intriga y pasión con uno de ellos, sólo estoy diciendo que, al principio, no puedo confiar en ellos.

No sé qué es lo que pasa; quizás fue un trauma de mi niñez. Pero hay algo en su actitud de machos-alfa-tengo-músculos-y-estoy-bien-deseable que no me agrada para nada. Claro, obviamente hay excepciones; pero es un poco contradictorio que yo, siendo tan 'openmind' no considere masculino eso de encerrarse a ponerse buenos y consentirse. Es como... no sé, tan antiafrodisiaco. Me gustan los hombres que practican un deporte: futbol, beisbol, algo que sea una representación darwiniana en menor escala de la teoría de la supervivencia del más fuerte. En la que el macho necesite establecer su supremacía por sobre los demás machos de su especie.

En fin, no me hagan caso. Son desvaríos de una persona que dentro de unos meses abandonará la tierna adolescencia y enfrentará la crisis de los 20's. (Ok, no era necesario decir eso).

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