martes, diciembre 20, 2005

Publicidad (El lado no tan oscuro e irónico)

Es curioso como la publicidad nos afecta. Hay ocasiones en que las consecuencias de la imagen que nos brindan los medios son muy malas, incluso fatales. Pero hoy quiero hablar del aspecto risible y tal vez patético de las cosas. En ocasiones hasta afectamos nuestra forma de ser. He visto niñas de 13 años fumando con las piernas cruzadas y minifalda, creyendo que así van a lucir más sexys; cuando la realidad es que se están atascando con el humo del cigarro y dan la apariencia de que apenas y pueden respirar de tan rojas que están tratando de sostener el aire.

Conocí a una niña de 6 años que se ponía a hacer ejercicios (incluyendo busto y glúteos) para estar en forma y presentable para su novio. Digo, si las cosas siguen así, no sería de extrañarse que mi mejor amiga dentro de unos años fuera una niña de 3 años. Las revistas de moda pretenden guiarnos con sus "Trucos para ligarte a tu hombre en 3 días" nos lavan el cerebro y hasta nos dicen que cosas deberíamos de decir en una conversación.

Al menos gracias a eso ahora sé que cuando aparezcan silencios incómodos en una conversación no debo tratar de llenar esos huecos porque se me podrían salir cosas como que no he comprado mi caja de toallas sanitarias y que la semana pasada sufrí de estreñimiento (aunque no tenga que ver una cosa con la otra). También que cuando salga con alguien en una cita no debo pedir ensalada porque luciría falsa, es mejor atascarme de comida y lucir auténtica (de todas maneras él paga ¿no?). Ah y no debo olvidarme de hacer el intento de pagar la cuenta para que él crea que soy una mujer del nuevo siglo, pero si al primer intento él me dice que no me preocupe porque él va a pagar todo, debo dejarlo a él pagar la cuenta porque de lo contrario podría herir su orgullo de macho y él podría pensar que soy una feminista psicópata sedienta de sangre de los pobres y atormentados hombres.

¿Y qué decir de las relaciones sociales entre amigos? No debo mostrarme contenta porque haya sacado 10 en matemáticas o porque me hayan ofrecido una gran oportunidad, tampoco debo mostrarme eufórica si alguna vez me nominan para el Premio Nobel, es mejor esbozar una tímida sonrisa e interesarme por los demás. Según los medios, tampoco debo buscar halagos, pero si me los dan debo de agradecerlos porque si digo que no es cierto parecería demasiado vanidosa. Si me voy de viaje no debo contarle los detalles a nadie porque podría aburrirlos y si mis amigas me piden detalles no debo de negárselos porque podría parecer que me estoy haciendo la interesante.

Y si por azares del destino estoy atravesando una racha de suerte, no debo de compartirlo con los demás porque pensarían que soy insegura. En resumen, debo dejar de leer revistas porque me afectan el cerebro con sus ideas tan contradictorias y la publicidad que manejan. Este es el lado oscuro o no tan oscuro e irónico de la publicidad, porque hay publicidad de la buena también. De esa hablaré después.

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